Carnavales en Torrevieja

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Recientemente celebramos los carnavales. Una fiesta arraigada en nuestra cultura. Una   oportunidad para la risa, el disfrute de la vida en comunidad. Una fiesta que no se entiende sino relacional, un momento en que la permisividad se expande y disfrutamos con nuestras amistades, peñas o agrupaciones.

Pero lo ocurrido este año en el carnaval de Torrevieja, con la exhibición de la comparsa Osadía, es una muestra más de la escasa adherencia que se tiene, desde muchos sectores de la sociedad, a lo que llamamos respeto y dignidad en el cumplimiento de los derechos. ¡En la fiesta también! Por ejemplo, los derechos de los menores, donde son sus tutores quienes deben velar por su protección, cuidado y educación. “Proteger la imagen del menor desde su nacimiento” es uno de los fines que explícitamente recoge la Ley de Protección a la Infancia (LO, 8-2021 de 4 de junio).

Todo ello, entendemos, conlleva el mandato de no usar su imagen públicamente, no exhibirlos en actitudes o representaciones impropias, alejadas de sus intereses, ajenas a su realidad y desarrollo personal. Así lo vienen recomendando los especialistas y cuerpos de seguridad respecto a las redes sociales. Porque entienden que se les somete a una alta vulnerabilidad y se les expone a un posible uso inadecuado o perverso de las imágenes que se publican libremente en redes sociales u otros medios públicos de comunicación.

Así que, incluir a menores en una representación —parodia— crítica propia del mundo de los mayores, con referencias a un imaginario pornográfico supone, cuando menos, una irresponsabilidad. Aunque sus rostros se ocultaran tras caretas, su representación está corriendo por las redes y, en el mundo virtual, podrían ser usadas en contextos no siempre lícitos o éticos.

No es un tema baladí. Las imágenes publicadas remiten a una hipersexualización temprana, a un imaginario pornográfico que, seguro, compartimos como inadecuado para el sano desarrollo de la infancia y la adolescencia. El ejercicio responsable de las funciones parentales debería ejercerse en beneficio de su protección y cuidado.

Este tema no nos produce risa y sí preocupación, porque no vale todo. La libertad de expresión no puede servir para perjudicar a los menores a nuestro cargo. Esta alegoría carnavalesca remite a un imaginario simbólico adulto que no tiene nada que ver con las preocupaciones, ilusiones o el imaginario infantil. ¿Tal vez participaron estos menores en las propuestas y toma de decisión sobre cómo participar en el desfile?

Las niñas, los niños, son sujetos de presente. No deben ser instrumentalizados por los adultos. Quizá estemos olvidando como sociedad que la infancia es un estadio evolutivo. Piaget nos enseñó que nuestras capacidades mentales también evolucionan a través de una serie de fases cualitativamente diferentes entre sí. No son “adultos bajitos” sino seres en formación, hacia la comprensión del mundo.

Llámennos puritanas, viejas feministas, en la acepción edadista al uso, pero es evidente que el feminismo siempre ha ayudado a desvelar las trampas que el machismo ha ido imponiendo a las mujeres, al conjunto de la Humanidad. Y esta es una.

Nosotras también nos preguntamos qué pasa con el Defensor del Menor, qué dice el recién creado Ministerio de Juventud e Infancia, el Gobierno de la Comunidad Valenciana o alguna de sus consellerias. ¿Alguien quiere decir algo al respecto?

Y ante este silencio solicitamos a las diferentes administraciones e instituciones:

  • Que tomen conciencia de las consecuencias que exposiciones como ésta naturalizan y afianzan un imaginario sexista, de objetualización y mercantilización contrario al camino de la igualdad que recogen nuestras leyes.
  • Que consideren los impactos que estos hechos tienen sobre la educación de nuestra juventud en el compromiso con la igualdad y contra la violencia sexual, entre otras.

Compartimos una cita de Edgar Morin expresada en el prólogo del libro La humanidad amenazada de Daniel Innenarity y Eduardo Robledo que dice así: “… si no hay una conciencia planetaria del destino común de la humanidad, no podemos avanzar hacia una sociedad mejor (…). La otra opción es resistir; resistir contra las barbaries que hoy día se hacen cada vez más potentes (…). Promovamos vigilancia, lucidez, resistencia (…). No es una fatalidad. Contamos con la resistencia de la mente, la resistencia de la fraternidad, la resistencia del pensamiento. Todas estas formas de resistencia son necesarias, sobre todo, para los intelectuales, para los enseñantes, para todos los que tienen una responsabilidad educativa en los pueblos del mundo”.

FIRMAN ESTA TRIBUNA:

Josefina Carreño Montoya. Docente.

Consuelo Navarro Sánchez. Educadora social.

Reme Cortés Vélez. Docente.

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